12 feb 2017
Un poquito de realidad (Machotes, malos, malotes)
Hace unos días me llama un señor de 41 años, musculoso, atlético y vigoroso y muy ducho en las artes amatorias....Resulta que tiene tres relaciones sexuales muy satisfactorias, con tres mujeres de distintas nacionalidades, cada una le aporta un complemento diferente; una tiene 20 años y lleva varios años con ella, es marroquí y es un poco casquivana y alocada ya que anda con varios amantes al mismo tiempo, con los que él en alguna ocasión, ha tenido algún que otro encontronazo, es evidente que él no tiene miedo porque ninguno de ellos “tiene ni media guantá “, como se dice en Málaga.
Las otras dos son de Sudamérica, una guapa y muy buena, y la otra muy feílla pero una monstrua en la cama. Cuando me dijo eso no pude callarme, y le comenté que hace años, leí la página web de un prostíbulo, que aconsejaba a sus clientes que no se obcecaran con las chicas más bellas y espectaculares, porque solían ser más antipáticas, mientras que las menos agraciadas eran mucho más complacientes..
El pavo, no dejo de presumir de sus hazañas cameras, y de lo mal que lo pasaba siendo hombre objeto; como hombre sensible busca amor, pero claro… ellas lo buscan y no puede negarse…
A mí el tema no me quedó claro… sí lo que buscaba era contar una fantasía erótica, sí necesitaba reforzar su autoestima o sí no tenía amigos y necesitaba fardar un raro…Qui lo sait?
Aroa vivía anestesiada en un matrimonio sin amor, hasta que un día un amante del pasado volvió a llamas a su puerta, metafóricamente hablando, porque el toc toc fue un e-mail.
Se acababa de separar y quería retomar aquello que quedo pendiente. Ella dudaba en quedar, y trataba que yo decidiera por ella y dejarme así la responsabilidad… ¡A mí! Que cuando era pequeña y me preguntaba que quería ser de mayor yo siempre respondía: irresponsable!
Tras muchas dudas e intercambios de correos llego el sí, y comenzó el calvario del dónde y el cómo…él quería que se vieran en su casa y torear directamente…
Ni que decir tiene que tras múltiples dudas Aroa cedió. Fue un sexo un poco flojo, quizás porque el preservativo bailaba a un ritmo diferente al de ellos dos, y claro ella tenía miedo que se le quedara dentro, y supongo que no le dejó disfrutar del todo…yo pensé que o se habían equivocado y le habían dado una talla xxl o el señor estaba falto de anchura.
Semanas más tarde Aroa comienza a sufrir picores en su zona intima, y nada sonrisas como la del anuncio de “vaginesil”, ella se moría de vergüenza, remordimientos y culpabilidad.
El amante holgado no daba muchas muestras de interés, supongo que su falta de pericia le creaba inseguridades y necesitaba que ella lo requiriese para sentirse cómodo. Aroa comenzó a obsesionarse, fue al médico junto a su marido y ambos se hicieron pruebas de “venéreas” y solo ella dio positivo, por lo que salió a la luz su infidelidad. La suerte o quizás la desgracia que el marido se mostró comprensivo y la apoyó en todo, desgracia es que esa actitud deja soterrado una realidad importante: viven una vida vacía, sin pasión y donde el amor es compañerismo.
Hoy sigue obsesionada, cree le han caído las plagas de Egipto y se debate entre analíticas y llantos. Ni que decir tiene que necesita tratamiento psicológico, que le quiten la idea de que está infectada, ser consciente de su carencia afectiva, y de quesu desconexión de la realidad, la está llevando a una somatización de la culpa en forma de enfermedad imaginaria.
Nuestra visión subjetiva de la realidad, nos pone gafas en blanco o negro, por eso yo prefiero ponerme gafas de arcoíris.
@ Cristina Marley