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16 sept 2014

Remiendos de amor

Ayer me consulto María, una señora de 65 años que vive en un pueblo del interior. Quería saber si su pareja con la que lleva más de 5 años por fin se iba a decidir a compartir casa.
Que poquito pedía, ni compromiso ni matrimonio ni cuentas corrientes conjuntas, la ceremonia donde se dice “hasta que la muerte os separe” ha perdido valor.
Me salía negativo, el señor aparecía enganchado a los chat de internet, a intercambiar palabras vacía con una foto de vaya usted a saber de quien es…
María me asintió, y con un sentido del humor andaluz, me dice: “Ya lo sé”, se pone en la Tableta, mientras yo estoy en el portátil, y cuando sale lo bloquea, se cree este que no se las tonterías que le dice a unas y otras…¿dónde va este viejo pelllejo con 2 infartos y un asma que no le deja vivir?
AY! Tras un rato de risas, por la reacción de ella, trate de enfocar el tema de una forma práctica. Pero ella era consciente, que el “viejo pellejo” le gustaba ir a la capital, pasear por la playa, grabar videos de las olas, para a posteriori mandárselo…
Darle un ultimátum no servía de nada, porque era tan orgulloso que no la llamaba, eso sí, cuando ella dada la soledad y el aburrimiento echaba mano a él, iba ipso facto, contentísimo como si no hubiese pasado ni el tiempo ni la discusión.
Era consciente que su único camino era la resignación, dejarlo ir y venir, a fin de cuenta no la olvidaba, le mandaba videos y mensajitos… ¡dichosos móviles!
La siguiente historia, no recuerdo el nombre de la protagonista, solo la tristeza que dejo en mi alma. Con 37 años conoció un señor muy apuesto en la autoescuela donde trabajaba, él iba a informarse para un familiar. Comenzó a frecuentarla, invitarla a cenar, salir…Hasta que hoy, 22 años más tarde, ella trabaja como asistenta para él, con la libertad de horario (manda huevos…) y mientras el sale y entra con sus amistades, ella le plancha, asiste triste, silente y expectante a ver la vida que ha aceptado tirar por la borda; jamás le pidió nada, jamás le reprocho nada, y sencillamente jamás recibió nada.
Hoy con 57 ha perdido la fe, la ilusión y media vida, esperando que el despertara, se diera cuenta, valorara o sencillamente que se enamorara.
Historias de casados infelices que buscan refugio en brazos de terceros, sinceramente me superan. No las entiendo, no las comparto ni las acepto. Cuando el damnificado de turno trata de justificar al infiel, le digo que nasti de plasti.
Rompí mi perfecta vida, por ser coherente con mis sentimientos, no podía vivir ni un minuto más junto al padre de mis hijos, porque sencillamente no lo amaba, y por el cariño que le tenía, consideraba que se merecía algo mejor, encontrar a alguien que le diese amor que a mí se me agotó. Mantener un matrimonio de cara a la galería es un acto de egoísmo y cobardía.
Y no quiero entrar en las circunstancias ni en dificultades que nos limitan a seguir viviendo una vida insulsa. Una relación, un vínculo sin amor no tiene sentido, lo demás sobra.
¿Son remiendo de amor lo que estas dispuesta a recibir, un beso rápido, una caricia, dos empujones y tres aghhh…?
No sé tú, pero yo quiero compartir una película, la mantita en el sofás, que me abrace cuando tengo frio, pasear cada noche junto al mar, un día de cine, ir al teatro, visitar una exposición…mirarle con amor, y sentir el calor de su piel.. Que me diga mil veces te quiero, una notita con un corazón con nuestras iniciales…detalles que hagan latir a mi corazón con fuerza, un compromiso y un estoy y estaré junto a ti, mientras el amor perdure…
<<Que todas las noches sean noches de luna, que todas las lunas sean lunas de miel…<<
@Cristina Marley